Todas las guerras tienen repercusiones económicas, incluso para los países que no están directamente involucrados en ellas. El conflicto entre Israel y Hamás, que rápidamente ha escalado al nivel de una guerra, puede tener repercusiones económicas considerables en todo el planeta. Este impacto se irá conociendo poco a poco conforme transcurran los días y otros países se involucren.
En América Latina podría pensarse que estamos muy lejos de la región en conflicto, que históricamente siempre han ocurrido este tipo de eventos violentos en el Medio Oriente y que las principales repercusiones han sido la caída en las cotizaciones en la Bolsa y el aumento en el precio del petróleo. En este contexto, es precisamente el aumento del precio en este combustible la primera afectación en llegar a los países de otras regiones.
Para algunos países como Brasil, que es un importante productor de petróleo con vastas reservas en aguas profundas del océano Atlántico, de primera instancia, el aumento en el precio pareciera ser positivo, pues obtendrá mayores recursos. Mientras que, para otros países como México, que aún cuando es un país destacado en la producción de petróleo, la situación tiene diversas aristas. Al ser productor se beneficiaría de la alza en precio, sin embargo, también importa gasolina dada la baja capacidad de refinación; por lo que el balance resultaría negativo.
Comenzando con el aumento de la gasolina, indispensable para garantizar el suministro de bienes, traerá consigo el encarecimiento de las mercancías con la consiguiente alza en la inflación, como ya ocurrió, entre otros aspectos, con el incremento del precio de los fertilizantes derivado de la guerra de Rusia con Ucrania.
Por otra parte, Irán, el segundo productor de gas natural, después de Rusia, en su intento por apoyar a Hamas podría dejar de surtir este combustible a la Unión Europea, que ya había venido teniendo problemas por obtener este energético que le llega principalmente de Rusia. En ese sentido, países como México, que de acuerdo con el Conacyt se ha convertido en el octavo mayor importador de gas natural en el mundo, aun cuando casi el 100% de estas importaciones provienen de Estados Unidos, seguramente, de continuar la guerra, habría un escalado en el precio que también afectaría la economía.
Otra afectación, reflejo natural de los inversionistas en los momentos de conflictos bélicos, es restringir sus inversiones y detenerlas o inclusive cancelarlas para tenerlas bajo buen resguardo ante la posibilidad de la escalada por la guerra. Esto significa que para países que son receptores de inversión, como México, los planes económicos derivados de la entrada de recursos por las inversiones se verán afectados y, por lo tanto, el crecimiento económico proyectado.
Por lo que respecta al tipo de cambio, aun cuando haya habido un balance positivo para el peso en los últimos días, la incertidumbre se mantiene y la percepción de riesgo fortalecerá el dólar estadounidense.
Además, de acuerdo con información de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Israel es el primer socio comercial de México en Medio Oriente y nuestro país es el segundo socio comercial latinoamericano de Israel. En 2021, el comercio bilateral entre México e Israel fue de 1,051 millones de dólares. En el periodo enero-junio de 2022, el comercio total sumó 558 millones de dólares.
Los principales productos mexicanos de exportación a Israel son automóviles de turismo; teléfonos, incluidos los teléfonos celulares; vehículos para el transporte de mercancías; unidades de memoria y unidades de proceso. Por otro lado, los principales productos de importación son productos farmoquímicos, medicamentos, equipo médico, procesadores y controladores; circuitos modulares; unidades de control o adaptadores; y placas, láminas, hojas y tiras de plástico.
Al entrar en una economía de guerra, este flujo comercial se trastocaría, por lo que las empresas que exportan o importan productos de Israel podrían ver afectadas sus cadenas de suministro con las consecuencias en pérdida de tiempo y recursos que ello implica.
Lo cierto es que las repercusiones económicas reales tanto para México como para América Latina solo se verán con el paso de los días. Conforme más países se vayan involucrando y tomando acciones que repercutan en el ámbito internacional, ante una economía globalizada, esas acciones tendrían un impacto directo o indirecto que, por lo menos, desaceleraría el crecimiento de la región.